Colores que giran en nuestra mente, tiñendo los pensamientos con sus tonos correspondientes.
Miles de colores tienen las estrellas, y hasta Marte, que no es sólo rojo, también tiene azules, verdes y marrones acompañando al rojo, casi iguales a los que nos deslumbran en la Tierra en cada amanecer.
La música con sus colores que armonizan nuestra alma , en especial cuando los acordes se identifican con los colores personales, hace que fluyan en las diversas gamas, intensificándolos, armonizando nuestros cuerpos, expandiendo nuestra consciencia, elevándonos a otros planos.
Color, somos nosotros; de acuerdo a nuestros estados se arremolinan en nuestro entorno fluyendo por los poros de nuestra piel, los más densos y opacos.
Mientras que los de los otros cuerpos sutiles emanan iridiscentes, más diáfanos. Muchas veces por nuestros pensamientos egoístas y perversos se van opacando, haciendo que nuestra vida transite por los rojos amaromados, grises desteñidos y azules destemplados.
Nuestros colores se encienden en los momentos gratos, en cambio se ensucian cuando nos preocupa algo.
Si pudiéramos vernos unos a los otros los tonos que creamos, el egoísmo terminaría su reinado.
Vamos camino al día que podamos ver los rosas violáceos cuando estamos enamorados, y los verdes amarillentos viscosos de la envidia a cada paso; esto nos indicará cuando la humanidad ingrese en la edad de Oro en este plano.
Constructores de la Naturaleza, MG_
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